México volverá a tener trenes de pasajeros a gran escala. Esa fue la promesa que lanzó hoy la presidenta Sheinbaum al anunciar la licitación de tres nuevas rutas: Ciudad de México–Pachuca, Querétaro–Irapuato y Saltillo–Nuevo Laredo.
La mandataria aseguró que los trenes son parte de un proyecto de transformación del transporte nacional. “Son más limpios, seguros y conectan comunidades de forma sustentable”, declaró. Esta visión forma parte del Plan Nacional Ferroviario 2024–2030.
La historia de los trenes en México es contrastante: tras el abandono del servicio de pasajeros en los años 90 con la privatización del sistema ferroviario, las vías fueron relegadas al transporte de carga, controlado en su mayoría por empresas privadas como Ferromex y Kansas City Southern.
El regreso de los trenes al ámbito público plantea preguntas logísticas y financieras. ¿Quién operará las rutas? ¿Habrá subsidios? ¿Qué impacto tendrá sobre los servicios actuales de autobuses o vuelos regionales?
En contraste con Estados Unidos —país que ha abandonado el tren de pasajeros salvo por el modesto servicio de Amtrak—, México apuesta por un modelo más cercano al europeo, donde el tren es una columna vertebral del transporte nacional.
Las nuevas rutas beneficiarán a millones de personas que actualmente dependen del autobús, especialmente trabajadores, estudiantes y familias que viajan entre estados cercanos. Se espera que los primeros trayectos comiencen a construirse en 2026.
