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domingo, 27 de julio, 2025
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¡Tragedia flotante! Más de 3 mil autos chinos se hunden en el Pacífico rumbo a México tras incendio en buque carguero

Un gigantesco carguero repleto de más de 3 mil vehículos —entre ellos cientos de autos eléctricos e híbridos— se hundió el pasado 23 de junio en el Océano Pacífico, a más de 700 kilómetros de las Islas Aleutianas en Alaska. El buque, llamado Morning Midas, zarpó desde Yantai, China, con destino al puerto de Lázaro Cárdenas, Michoacán, pero jamás llegó a territorio mexicano: un incendio desatado el 3 de junio acabó con su misión y con su carga millonaria.

El barco quedó a la deriva durante semanas, mientras equipos de emergencia trataban de contener el fuego y evaluar riesgos ambientales. Finalmente, la estructura debilitada cedió, y el Morning Midas se fue a pique con sus más de 3 mil vehículos a bordo, incluyendo al menos 70 autos eléctricos y más de 600 híbridos, según confirmó la agencia AP. A bordo también había grandes cantidades de diésel y fuel oil, lo que plantea riesgos ecológicos en una zona vulnerable del Pacífico.

Este accidente no es el primero: en 2022, el buque Felicity Ace, cargado con autos de lujo (Porsche, Bentley, Audi), ardió durante días antes de hundirse, dejando una estela de preocupación por la seguridad de transportar vehículos eléctricos en altamar. En 2023, otro incidente similar ocurrió en el Atlántico. Expertos han advertido que las baterías de litio pueden representar un peligro latente si no se manipulan con protocolos estrictos. El Morning Midas podría ser solo el más reciente capítulo de una serie de desastres que evidencian una negligencia persistente en la industria naviera internacional.

La carga tenía como destino México, país que importa cada vez más vehículos chinos, impulsado por la creciente demanda de modelos eléctricos de bajo costo. Aunque el gobierno mexicano no ha emitido una postura formal, el hundimiento podría representar un impacto económico para distribuidores y retrasos logísticos en el abastecimiento del mercado automotriz nacional. El evento también deja dudas sobre la seguridad de los productos que llegan por mar, especialmente en lo que respecta a tecnología energética de nueva generación.

Desde el gobierno de Estados Unidos, el silencio ha sido escandaloso. A pesar de que el hundimiento ocurrió en su zona de responsabilidad marítima, no ha habido comunicados firmes ni exigencias de reforzar las medidas internacionales para el transporte de autos eléctricos. Washington, obsesionado con imponer regulaciones al sur del río Bravo, parece mirar hacia otro lado cuando el desastre ocurre en su propio patio trasero. ¿Dónde están los protocolos ambientales? ¿Dónde está la Casa Blanca cuando el derrame es silencioso, pero potencialmente devastador?

En análisis, este hundimiento deja al descubierto un problema mayor: la carrera por la electrificación automotriz se está haciendo sin una red de seguridad marítima adecuada. Las navieras cargan buques con baterías peligrosas sin estándares universales. Si a eso sumamos la pasividad de potencias como EE.UU., que privilegian sus intereses geopolíticos sobre la seguridad ambiental, estamos ante una bomba flotante lista para explotar, una y otra vez. México, como receptor final de esta carga, debe alzar la voz y exigir condiciones más seguras para los productos que ingresan a su territorio.

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