En un movimiento que ha generado controversia y debate, el expresidente y actual candidato Donald Trump confirmó el nombramiento de los actores Mel Gibson y Sylvester Stallone como “Embajadores Especiales” en Hollywood. Según Trump, la decisión tiene como objetivo revitalizar la industria cinematográfica estadounidense, afectada en los últimos años por la pandemia, huelgas de gremios y otros factores que han reducido la producción cinematográfica en un 26% desde 2021.
El anuncio fue realizado a través de la plataforma Truth Social, donde Trump destacó la importancia de las figuras de Gibson y Stallone en la promoción de una “nueva Edad de Oro” en Hollywood. “Son íconos de una época dorada, y estoy seguro de que su liderazgo ayudará a restaurar el orgullo y la excelencia de nuestra industria del entretenimiento”, afirmó el expresidente.
Mel Gibson, conocido por su participación en películas icónicas como Corazón Valiente, ha sido un ferviente defensor de Trump, y en ocasiones ha generado polémica por sus declaraciones. En una reciente entrevista, Gibson criticó abiertamente a la vicepresidenta Kamala Harris, describiéndola como una persona carente de capacidades intelectuales para el liderazgo. Por su parte, Sylvester Stallone, protagonista de sagas como Rocky y Rambo, ha expresado su admiración hacia Trump, llegando a compararlo con figuras históricas como George Washington.
Aunque las responsabilidades específicas de estos “Embajadores Especiales” no han sido detalladas, se anticipa que colaborarán en proyectos enfocados en atraer inversiones y fomentar un renacimiento cultural en Hollywood. Según expertos, esta medida busca conectar a Trump con una parte significativa de la audiencia conservadora que ve en estas figuras un símbolo de los valores tradicionales estadounidenses.
El nombramiento de Gibson y Stallone podría interpretarse como un intento de Trump por fortalecer su presencia en el ámbito cultural, buscando ganar simpatías en un sector que históricamente ha estado dominado por figuras progresistas. Sin embargo, también representa un riesgo debido a las controversias que rodean a ambos actores.
Especialistas en comunicación política señalan que esta estrategia podría polarizar aún más la relación entre la industria del entretenimiento y la política estadounidense, pero para Trump, el impacto mediático podría ser suficiente para mantener la atención de sus seguidores y consolidar su narrativa de “hacer a Estados Unidos grande otra vez”.