El presidente interino de Corea del Sur, Choi Sang-mok, ordenó una revisión de emergencia de las operaciones de las aerolíneas del país después del accidente más mortal en territorio surcoreano, que cobró la vida de 179 personas.
Como medida inicial, el Ministerio de Transporte anunció una inspección especial de los 101 aviones Boeing 737-800 operados en el país, enfocándose en los registros de mantenimiento de componentes clave. Este modelo de avión, ampliamente utilizado a nivel mundial, cuenta con un sólido historial de seguridad.
Los primeros informes señalan que, durante la aproximación final, los pilotos informaron al control de tráfico aéreo sobre un impacto con aves, poco después de que la torre de control emitiera una advertencia sobre su presencia en la zona.
El accidente también afectó las finanzas de las empresas involucradas: las acciones de Jeju Air cayeron un 15.7 %, marcando un mínimo histórico, mientras que las de Boeing bajaron un 2 %.
De acuerdo con las normas internacionales de aviación, Corea del Sur liderará la investigación civil del accidente, con la participación automática de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte de Estados Unidos (NTSB), dado que el avión fue fabricado en ese país.